martes, 7 de abril de 2015

Hoy ha estado nublado, pero el Sol reluce en mi interior.

Solo estoy en esta playa en el rincón más apartado de todos,
contemplando el tiempo que fue, una vez que, estuvo este
 pequeño rincón soleado por última vez. Yo siempre he estado
aquí, incluso cuando venías a jugar en esas tardes de infancia de
verano, cuando con tus ojos claros como el color del mar, totalmente
despreocupados y totalmente resuelta mirabas con alegría e ingenuidad
 lo que era la vida, un juego sin fin. ¿Cuando perdiste la inocencia?
¿Cuando se desmoronó tu castillo de arena?
Yo sigo aquí a pesar de los años, en mi momento de soledad y de mi
plenitud. Miro este castillo de arena, a merced de las olas del mar.
Así son nuestras ilusiones, como castillos de arena que construimos,
que tarde o temprano se desvanecerán, por el implacable paso del
tiempo y las circunstancias de la vida. Pero sin lugar a dudas queda
la certeza de la esperanza, en tener fe en la vida y ser conscientes que
aunque nos construyamos un muro para protegernos, siempre se
desmoronará por la fuerzas de las olas de la existencia.
¿Pero qué es la vida si no un juego de niños recreándose en las olas
dejándose llevar?
Este castillo se desvanecerá, pero no mi ilusión, y mi fuerza de voluntad
en la certeza que en el horizonte hay algo más. Algo que me impulsa
a seguir adelante, pues es el verdadero significado de la vida.
Ojalá pensáramos por un momento, cómo piensan los niños,
ellos ven la vida desde la inocencia, la alegría y ven el horizonte
como algo mágico a alcanzar.
Realizado con la técnica de la imaginación activa.

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