miércoles, 20 de mayo de 2015

El mal que llevamos dentro, nuestra sombra personal siempre nos deja muy mal sabor de boca e intentamos expulsarlo. Sería lo mismo que reconocer que somos así, pero afrontar la realidad de nuestra verdadera personalidad, es de ser valientes, pero normalmente somos unos cobardes y nuestros defectos se los vemos a los demás. Intentar arrojar nuestro propio demonio es lo mismo que olvidar o reprimir, es intentar huir de nosotros mismos, porque donde vayamos, siempre estará presente, porque en cualquier altibajo de nuestra vida caeremos y la parte de nuestra personalidad que reprimimos, casi siempre nos dominará de nuevo y justamente haremos  lo que no queríamos hacer.
La única solución  y vía posible es redimirnos a nosotros mismos, ser valientes, afrontar con nosotros mismos, aceptar que somos así, no tener miedo y concienciarse que en cualquier momento podríamos caer. Aceptar que tenemos problemas, si no tenemos la suficiente fuerza de voluntad para sostenernos a nosotros mismos, pedir ayuda a una persona de confianza y  de experiencia en la vida. La clave es que nos perdonemos a nosotros mismos, para poder cohabitar con nuestra personalidad, para que así podamos integrar, asimilar; para que haya un equilibrio entre nuestro opuesto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario