lunes, 16 de marzo de 2015


¡Oh árbol! tu que me invitas a descansar bajo tus ramas;
pues tu tronco es fuerte y a la vez confortable, acoge 
a este caminante y haz que me sosiegue, mirando
hacia arriba tus brotes con tus solemnes flores.
Ofréceme paz y la serenidad en mis sentidos, ya que tú
me brindas la canción de la naturaleza y el sonido de la
brisa que suspira en tus ramas. Oigo el zumbido de las
abejas, y el piar de los abejarucos que albergas como 
yo a todos bajo tu amparo en este  verde prado.
Por un momento siento lo que sientes, mi conciencia está
fundida con la tuya y siendo dos, en este momento somos
uno.
Tu ahora te expresas en mí, mis ojos ahora son 
los tuyos, pues ves en mí el prado verde que hay en nuestro
alrededor. Tu corteza es  mi piel, tus  flores mis pulmones,
y mis pies tus raíces, más noto el latir de la tierra en mi propio
corazón. Noto la intensidad del Sol, los cuatro vientos y oigo los
murmullos lejanos de la densa dehesa.
Vivo tu larga vida como si fuese mía, y evocas tus recuerdos en los
míos; veo las generaciones de niños que jugaban bajo tus pétalos,
los jóvenes que se prometían bajo tu seno y los ancianos recordaban
su infancia mirando en tus ramas el cielo.
¡Que fortuna me has regalado! pocos saben el arte de la contemplación.
¡Y tú has sido mi maestro! y eso que sólo quería tu cobijo. Mil gracias te
doy por este momento tan intenso que has embargado mi corazón, y que
hoy te lo has hecho tuyo en este día que anuncia ya la primavera.

Realizado con la técnica de la imaginación activa bajo este árbol.



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