jueves, 29 de octubre de 2015

Oigo tu dulce melodía  y  me atraes hacia  la orilla
y en tus aguas veo reflejada mi alma en este espejo
de la mar salada.
¡Tu ladrona! que te apoderas de mi espíritu  para
convertirla en tu imagen para hablarme con voz
de emperatriz.
Pues yo te digo que mi espíritu es mío y aunque mi
destino esté escrito no me lo vas a arrebatar.
Que las gaviotas y los corbaranes de esta playa sean
testigos y que me den alas a mí espíritu para que pueda
volar en mi imaginación y poder escaparme de tu dulce
abrazo que me atrapas con voz de sirena.
¡Náyade! déjame  que nade y que vuelva yo a la
orilla, pues mi alma no es tuya sino mía.
Que el Sol sea testigo y que abigarre mi destino, que me
de fuerzas mi espíritu para poder romper tus cadenas
que me atrapan contigo, pues como Prometeo, que me he
de liberar de tus amarres de estos mares.
¡Oh! no me engañes dulce vanidad con cara de bella mujer,
 tus ojos son como los míos y tus labios están pegados a los
 míos.
Te resistes a abandonarme, pues eres dueña de estas
aguas, pero no ama de mi alma.
Poesía creada con la técnica de la imaginación activa.






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